Haz
que tu empresa sea más productiva con el Slow Work.
Es importante controlar el ritmo de trabajo y centrarse en
lo que se hace, con
dedicación, esmero y calma. Este es el mensaje que se
esconde detrás del
movimiento Slow Work, una tendencia con cada
día más adeptos y que puede hacer que
aumente la productividad en las empresas.
Según estudios, la mente necesita repartirse entre tareas
cognitivamente exigentes y
otras operativamente sencillas. Si únicamente dedicamos
tiempo a las primeras, es
contraproducente, así como únicamente hacerlo a las
segundas, que hace que el
trabajador rinda menos.
A partir de ahí es donde la realidad se impone y la
conciliación entre la vida personal y
el ritmo que exige una empresa competitiva deben hallar su
equilibrio. El slow work
reivindica, precisamente eso, un equilibrio saludable
entre los desafíos de la empresa y
las necesidades de las personas.
La productividad de un empleado no es constante y requiere
de descansos que alivien su
mente y cuerpo. Un esprint continuo es imposible. Hay que
aprender a acelerar y a
ralentizar el ritmo. Asimismo, hay que ser conscientes de
que las mejores decisiones no
se toman cuando uno realiza múltiples tareas
simultáneas.
El trabajo necesita atención, enfocar, centrarse en una
cuestión en concreto para hallar
la mejor solución.
Siguiendo la filosofía slow work, uno de los aspectos que
podemos tratar de cambiar
pasa por comenzar a repartirse el tiempo de trabajo,
dedicando una serie de horas a
tareas complejas y otras a cosas más sencillas. Asimismo,
hay que ir introduciendo
rutinas que permitan que tomarse un descanso, levantarse
de la mesa de la oficina y
desconectar un momento.
Las estrategias varían, pero no la intención. Hay que ser
capaz de organizar el ritmo de
trabajo y de canalizar la energía, centrándola en lo concreto
y necesario.